Apreciado Oscar, ¿Tendremos salvación en manos de nuestros mentirosos actuales?


 La decadencia de la mentira. Un comentario 
Oscar Wilde
Acantilado
80 páginas
Ciencias humanas, filosofía, estética
Edición 2014

" La decadencia de la mentira (1898) no es sólo uno de los diálogos de mayor alcance teórico de Oscar Wilde, sino que representa su manifiesto antinaturalista y una contribución tan notable como polémica, aún hoy, al debate sobre el valor del arte. Para Wilde, cuando se exige al arte que renuncia a la belleza -la más elevada aspiración humana- en pos de la verdad, se sacrifica una de las capacidades más extraordinarias del ser humano: la de transformar la realidad. Crear significa urdir maravillosas mentiras para convertir el mundo en un lugar digno de nuestro asombro. Y cuando el Arte consigue liberarse de las cadenas del realismo, no solo no imita a la Naturaleza ni a la Vida, sino que se convierte en el modelo de ambas.




¿Y quién pretende ser congruente? El obtuso, el doctrinario, la gente insoportable que lleva sus principios hasta el vergonzoso extremo de la acción, hasta la reductio ad absurdum de la práctica. Yo no. Yo, como Emerson, escribo sobre la puerta de mi biblioteca la palabra «Antojo».

Cyril.— ¿De la mentira? Yo creía que nuestros políticos mantenían a alto nivel esa costumbre.

Vivian.— Te aseguro que no. No se elevan más allá de la tergiversación, e incluso se rebajan a demostrar, discutir y argumentar. ¡Qué lejos de lo que es el verdadero mentiroso, con sus afirmaciones francas e intrépidas, su soberbia irresponsabilidad, su sano y natural desprecio de toda clase de pruebas! En el fondo, una buena mentira ¿qué es? Sencillamente la que constituye su propia prueba. Si uno es tan falto de imaginación como para aducir pruebas en apoyo de una mentira, tanto da que diga la verdad sin rodeos. No, los políticos no sirven. Algo se podría decir, quizá, de la abogacía. El manto del Sofista se ha tendido sobre sus miembros. Sus fingidas vehemencias, su retórica irreal son deliciosas. Saben hacer pasar por mejor la causa peor, como si acabaran de salir de las escuelas leontinas, y se les ha visto arrancar de jurados remisos el veredicto triunfal de la absolución para sus clientes aunque estos fueran, como a menudo son, clara e inequívocamente inocentes. Pero se instruyen en lo prosaico y no les da vergüenza aducir precedentes. A pesar de sus esfuerzos, la verdad acaba por brillar. Hasta los periódicos han degenerado. Ahora son absolutamente de fiar. Se nota cuando uno se sumerge en sus columnas.

La mentira en el arte. 

A quién va a ser, a los Hedonistas Cansados. Es un club al que pertenezco. Nos reunimos con una rosa marchita en el ojal, y celebramos una especie de culto a Domiciano. Temo que tú no podrías entrar. Eres demasiado aficionado a los placeres sencillos.

Cyril.— ¿Crees que me rechazarían por exceso de vitalidad?

Vivian.— Seguramente. Además, eres un poquito mayor. No admitimos a nadie de edad normal.

Cyril.— Bueno, seguro que os aburrís mucho unos con otros.

Vivian.— Así es. Ese es uno de los fines del club. Ahora, si prometes no interrumpirme a cada paso, te voy a leer mi artículo.

Vivian (leyendo en voz muy clara).— «“La decadencia de la mentira. Una protesta”. Una de las principales causas a las que cabe atribuir el carácter curiosamente insustancial de casi toda la literatura de nuestra época es sin duda la decadencia de la Mentira como arte, ciencia y placer social. Los historiadores antiguos nos dieron deliciosas ficciones en forma de hechos; el novelista moderno nos presenta hechos insulsos bajo guisa de ficción. El Libro Azul se está convirtiendo a grandes pasos en su ideal de método y estilo. El novelista tiene su tedioso document humain, su pequeño y miserable coin de la création, y lo examina al microscopio. Se le encuentra en la Librairie Nationale o en el British Museum documentándose sobre su tema sin vergüenza. No se atreve ni a robar las ideas de otros: para todo se empeña en acudir directamente a la vida, y entre las enciclopedias y la experiencia personal acaba hundiéndose, una vez que ha dibujado sus tipos a partir del círculo familiar o de la lavandera semanal, y adquirido una porción de datos útiles de los que ya jamás, ni en sus momentos más meditativos, podrá liberarse del todo.

Así como se descubre al poeta por su fina música, así se conoce al mentiroso por su elocución rica y ritmada, y ni en un caso ni en otro basta la inspiración fortuita del momento. En esto como en todo, no se llega a la perfección sin la práctica.

Vivian.— Haz el favor de no interrumpir en mitad de una frase. «O contrae hábitos descuidados de exactitud, o da en frecuentar el trato de personas de edad y bien informadas. Ambas cosas son igualmente fatales para su imaginación, como de hecho serían fatales para la imaginación de cualquiera, y en poco tiempo desarrolla una facultad morbosa e insana de decir la verdad, comienza a verificar cuantas afirmaciones se hacen en su presencia, no vacila en contradecir a personas mucho más jóvenes que él, y a menudo acaba por escribir novelas tan coincidentes con la vida que es imposible aceptar su verosimilitud.

que cada vez que nos cuenta algún prodigio se siente en la obligación de inventar una reminiscencia personal y ponerla en nota a pie de página a modo de cobarde corroboración.

Habla tan alto que no se oye lo que dice.

se ha inmolado en el altar del color local.

Inglaterra es el hogar de las ideas perdidas.

En cuanto a esa grande y cada día mayor escuela de novelistas para quienes el sol sale todos los días por el East End, solo se puede decir que encuentran la vida cruda y la dejan sin hacer.

está resuelto a demostrar que, a falta de genio, por lo menos sabe ser pesado.

Pero últimamente ha incurrido en un suicidio literario.

Lo que justifica a un personaje de novela no es que otras personas sean como son, sino que el autor sea como es. De otro modo la novela no es una obra de arte.

O mejor diría yo que es un hijo del realismo que no se habla con su padre.  

«Todos los personajes de Balzac», dijo Baudelaire, «están dotados del mismo ardor de vida que latía en él. Todas sus ficciones tienen el vivo colorido de los sueños. Cada mente es un arma cargada de voluntad hasta la boca. Hasta los marmitones son geniales» 

La frecuentación de Balzac reduce a nuestros amigos vivos a sombras, y a nuestros conocidos a sombras de sombras. Sus personajes poseen una existencia como de llama ardiente.

Pero Balzac tiene tan poco de realista como Holbein. Él creaba la vida, no la copiaba.

Las únicas cosas bellas, como alguien dijo, son las cosas que no nos conciernen. Mientras algo nos sea útil o necesario, o nos afecte de cualquier modo, doloroso o placentero, o apele con fuerza a nuestra compasión, o sea parte vital del ambiente en que vivimos, estará fuera de la esfera propia del arte.  

Ciertamente somos una raza degenerada, y hemos vendido nuestra primogenitura por un plato de hechos.

Si en Inglaterra estamos empezando a tejer alfombras admisibles es solo porque hemos vuelto al método y el espíritu del Oriente. Nuestras esteras y alfombras de hace veinte años, con sus verdades solemnes y deprimentes, su culto inane de la Naturaleza, sus sórdidas reproducciones de objetos visibles, han venido a ser motivo de irrisión hasta para el filisteo.

«El Arte halla su perfección dentro y no fuera de sí mismo. No ha de ser juzgado por patrones externos de semejanza. Es un velo más que un espejo. Tiene flores que ningún bosque conoce, pájaros que no posee ninguna arboleda. Hace y deshace muchos mundos, y puede bajar la luna del cielo con un hilo escarlata.

Ya nadie que posea verdadera cultura, por ejemplo, habla jamás de la belleza de una puesta de sol.

Ningún gran artista ve jamás las cosas como son. Si lo hiciera dejaría de ser artista.

Por eso a ti, si deseas ver un efecto japonés, no se te ocurrirá hacer el turista e irte a Tokio. Al contrario, te quedarás en casa y te empaparás de la obra de ciertos artistas japoneses, y después, cuando hayas absorbido el espíritu de su estilo y captado su imaginativa manera de ver, saldrás cualquier tarde a sentarte en el Parque o a pasear por Piccadilly, y si allí no eres capaz de ver un efecto absolutamente japonés, no lo verás en ninguna parte.

No hay entre ellos ni tan siquiera una buena pesadilla.

En cuanto a la Iglesia, no puedo concebir nada mejor para la cultura de un país que la presencia en él de un estamento cuyo deber sea creer en lo sobrenatural, obrar milagros diarios y mantener viva esa facultad mitopoética que es tan esencial para la imaginación.  

El hombre puede creer lo imposible, pero jamás podrá creer lo improbable. 

Atenea se ríe cuando Odiseo le dirige “sus palabras de astuta invención”

Una cartilla breve, “Cuándo mentir y cómo”, si se sacara en formato atractivo y no excesivamente caro, sin duda alcanzaría una gran venta y resultaría de auténtico provecho práctico para muchas personas serias y reflexivas. Mentir para edificación de los jóvenes, que es la base de la educación doméstica,

todavía persiste entre nosotros, y sus ventajas están tan admirablemente expuestas en los primeros libros de la República de Platón que no es necesario insistir aquí en ellas. Es un modo de mentira para el que toda buena madre está peculiarmente dotada, pero aún se podría perfeccionar, y es lástima que las autoridades docentes la hayan desatendido.

Mentir por un sueldo mensual es, claro está, muy conocido en Fleet Street, y la profesión de articulista político no carece de alicientes. Pero se dice ser una ocupación un tanto gris, y desde luego no conduce mucho más allá de una especie de oscuridad ostentosa. La única forma de mentira que está absolutamente fuera de reproche es la de mentir por mentir, y su manifestación más alta es, como ya hemos señalado, la Mentira en el Arte. Así como quienes no aman a Platón más que la Verdad no pueden trasponer el umbral de la Academia, así quienes no aman la Belleza más que la Verdad nunca conocerán el santuario más íntimo del Arte. El sólido y estólido intelecto británico yace en las arenas del desierto como la Esfinge en el maravilloso relato de Flaubert, y la fantasía, La Chimère, danza a su alrededor, y le llama con su falsa voz aflautada. Quizá ahora no la oiga, pero es seguro que algún día, cuando todos estemos muertos de hastío por la ordinariez de la narrativa moderna, la escuchará y querrá tomar prestadas sus alas.

Y cuando ese día amanezca, o rojee ese ocaso, ¡cómo nos regocijaremos todos! Los Hechos se considerarán deshonrosos, la Verdad se dolerá de sus cadenas, y el Romance, con su ánimo de asombro, volverá a la tierra.

Todo arte malo proviene de volver a la Vida y a la Naturaleza, y erigirlas en ideales. La Vida y la Naturaleza podrán a veces formar parte de la materia bruta del Arte, pero para que le sean de alguna utilidad real hay que traducirlas a convenciones artísticas. En el momento en que el Arte abdica de su medio imaginativo abdica de todo

¿Y quién le discute a Oscar Wilde? 

Encontrarle razón a su punto de vista en este escrito e imaginar a Wilde viviendo es este siglo XXI, con absoluta seguridad moriría de tedio. La humanidad uniformada en el planeta. El siglo del hedonismo, el de medir al modelo a imitar por su popularidad y por su nivel en el ranking de los ricos. Hasta los modelos que se erigen y que pretenden no serlo, ocultan su intención y sus estados bancarios. Si Wilde clamaba por mentirosos creativos y nos pudiera ver el nivel de mentirosos inútiles, aprovechadores y de mala fé que se multiplican por todos los lugares, tal vez se animaría a hacer unas cuantas aclaraciones a su ensayo de la Decadencia de la mentira. Ya no hay ni verdad ni arte. Hay popularidad, poder y culto a la imagen. La verdad es horrible y la mentira es peor. La hermosa mentira de la que habla Wilde, se ha perdido y creo que está en peligro de extinción. Nadie quiere trabajar y plantearse nuevas mentiras y nuevos sueños. Todo es una mala copia de las realidades. O la degeneración de la copia de una buena mentira que tuvo unos mejores días.

El consumo masivo de "arte", que no da tiempo de crear con calma, se refleja en la mala calidad de las producciones. En medio de la rapidez en que se vive para todo, nada que tome tiempo, sirve. Si entra las cualidades no está el "rápido", no funciona.

Hoy el mundo es un completo club de los Hedonistas cansados, con flores de plástico en el ojal, hechas en china. Seguro se encuentran por internet flores marchitas, fabricadas con plástico en un horrible fábrica. 


Oye Wilde, si vivieras en el siglo XXI, podrías ordenar flores marchitas por aliexpress






@@@@@ amor 

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