Alguien si vislumbró una realidad parecida a la generada por la Covid-19: José Saramago.

 


Ensayo sobre la ceguera
José Saramago
Editorial Debolsillo
374 paginas
Narrativa portuguesa
Edición          

"Un hombre parado ante un semáforo en rojo se queda ciego súbitamente. Es el primer caso de una "ceguera blanca" que se expande de manera fulminante. Internados en cuarentena o perdidos en la ciudad, los ciegos tendrán que enfrentarse con lo que existe de más primitivo en la naturaleza humana: la voluntad de sobrevivir a cualquier precio. Ensayo sobre la ceguera es una ficción del autor que nos alerta sobre la responsabilidad a cualquier precio. Ensayo sobre la ceguera es la ficción de un autor que nos alerta sobre "la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron". José Saramago traza en este libro una imagen aterradora y conmovedora de los tiempos que estamos viviendo. En un mundo así, ¿cabrá alguna esperanza? El lector conocerá una experiencia imaginativa única. En un punto donde se cruzan literatura y sabiduría, José Saramago nos obliga a parar, cerrar los ojos y ver. Recuperar la lucidez y rescatar el afecto son dos propuestas fundamentales de una novela que es, también, una reflexión sobre la ética del amor y la solidaridad."

La sección de comillas está nutrida. Saramago tiene una perspectiva diferente e inteligente de las situaciones. A los escritores en otras lenguas creo que debe hacerse un pedestal paralelo a los traductores. Este es el caso. Originalmente escrita en portugués en 1995. Saramago fue Nobel de Literatura en 1998.
La conciencia moral, a la que tantos insensatos han ofendido y de la que muchos más han renegado, es cosa que existe y existió siempre, no ha sido un invento de los filósofos del Cuaternario, cuando el alma apenas era un proyecto confuso. Con la marcha de los tiempos, más las actividades derivadas de la convivencia y los intercambios genéticos, acabamos metiendo la conciencia en el color de la sangre y en la sal de las lágrimas, y, como si tanto fuera aún poco, hicimos de los ojos una especie de espejos vueltos hacia dentro, con el resultado, muchas veces, de que acaban mostrando sin reserva lo que estábamos tratando de negar con la boca.

..despierten la inmunda y rastrera bestia del pavor, ahí está, alzando ya la cabeza. Pero era también el remordimiento, expresión agravada de una conciencia, como antes dijimos, o, si queremos describirlo en términos sugestivos, una conciencia con dientes para morder, quien ponía ante él la imagen desamparada.  

...cuando el futuro era una carta cerrada y aún estaba por nacer la curiosidad de abrirla. Simplificando, pues, se podría incluir a esta mujer en la categoría de las llamadas prostitutas, pero la complejidad del entramado de relaciones sociales, tanto diurnas como nocturnas, tanto verticales como horizontales, de la época aquí descrita, aconseja moderar cualquier tendencia a los juicios perentorios, definitivos, manía de la que, por exagerada suficiencia, nunca conseguiremos librarnos.

Ella tiene, como la gente normal, una profesión, y, también, como la gente normal, aprovecha las horas que le quedan libres para dar algunas alegrías al cuerpo y suficientes satisfacciones a sus necesidades, tanto a las particulares como a las generales.

La virtud, habrá aún quien lo ignore, siempre encuentra escollos en el durísimo camino de la perfección...

...mucho que rezonguen los prudentes fingidos y los falsos virtuosos, con los mercenarios ejercicios amatorios a que se dedicaba,

...número de las que no pagan impuestos sobre el rendimiento de sus inmorales réditos. Ella afirmó con la cabeza, pero, estando ciega

...la imagen lo veía a él, él no veía la imagen.

...ceguera es una cuestión privada entre la persona y los ojos con que nació.

De esa masa estamos hechos, mitad indiferencia y mitad ruindad.

Bien, aunque nos estemos muriendo, a esto le llama el vulgo hacer de tripas corazón,

..para aquel mal tratamiento y cura, y quizá una vacuna que previniera la aparición de casos futuros, todas las personas que se quedaran ciegas, y también quienes con ellas hubieran tenido contacto físico o proximidad directa, serían recogidas y aisladas, para evitar así ulteriores contagios que, de verificarse, se multiplicarían según lo que matemáticamente es costumbre denominar progresión geométrica. (!! como lo de ahora..)

práctica, heredada de los tiempos del cólera y de la fiebre amarilla, cuando los barcos contaminados, o simplemente sospechosos de infección, tenían que permanecer apartados cuarenta días, Hasta ver. Estas mismas palabras, Hasta ver, intencionales por su tono, pero sibilinas por faltarle otras, fueron pronunciadas

La comisión actuó con rapidez y eficacia. Antes de que anocheciera ya habían sido recogidos todos los ciegos de que había noticia, y también cierto número de posibles contagiados, al menos aquellos a quienes fue posible identificar y localizar en una rápida operación de rastreo ejercida sobre todo en los medios familiares y profesionales de los afectados por la pérdida de visión.
Cabrones es lo que son, comentó una voz fuerte, sin pensar que respondía a la pastoril reminiscencia de quien no tiene culpa de no saber decir las cosas de otra manera.

La calma que no la tranquilidad 

Descuidados del día de mañana, olvidando que quien paga por adelantado siempre acaba mal servido,

Adónde vas, que es, probablemente, la pregunta que más hacen los hombres a sus mujeres, la otra es Dónde has estado.

un silencio que parecía estar ocupando el espacio de una ausencia...

Se proclamaba allí el fin del mundo, la salvación penitencial, la visión del séptimo día, el advenimiento del ángel, la colisión cósmica, la extinción del sol, el espíritu de la tribu, la savia de la mandrágora, el ungüento del tigre, la virtud del signo, la disciplina del viento, el perfume de la luna, la reivindicación de la tiniebla, el poder del conjuro, la marca del calcañar, la crucifixión de la rosa, la pureza de la linfa, la sangre del gato negro, la dormición de la sombra, la revuelta de las mareas, la lógica de la antropofagia, la castración sin dolor, el tatuaje divino, la ceguera voluntaria, el pensamiento convexo, el cóncavo, el plano, el vertical, el inclinado, el concentrado, el disperso, el huido, la ablación de las cuerdas vocales, la muerte de la palabra,







Cualquier parecido con la situación generada por Covid 19 y este libro no es pura coincidencia. Desde 1995 Saramago la  imaginó. Algo loco como esta realidad de 2020. Contagios, cuarentenas, todos a replantear sus vidas, sus perspectivas, muertes, pobreza, el mundo al revés. Por fortuna el libro es más desgarrador que la realidad. Evidencia los bajos instintos de la gente, emerge el animal que llevamos dentro y que por fuerza de las circunstancias olvida todo lo aprendido. 

Todas las páginas, bueno sería una exageración decir que todas, muchas páginas son como un monumento a la mierda. Está por todas las páginas. La desgracia de no tener agua para el aseo, para tomar. Las desgracias con agua son unas y las desgracias sin agua son diferentes.

Me sorprende de Saramago el imaginar correctamente la actitud de una mujer. Su forma de pensar y de actuar. En este libro las mujeres son las que dirigen y las que ponen el pecho (literalmente) a las adversidades. No hay hombres valientes, sino mujeres. Los delincuentes son hombres, los débiles son hombres y las mujeres organizan y solucionan. (Recuerdo un libro de Javier Marías Berta Isla, donde la protagonista tiene actitudes de hombre, es decir el personaje no me pareció creíble porque pensaba como hombre.)

Con una narrativa que lleva al lector de la mano, recorriendo las situaciones extremas de una "variedad" de apocalipsis, se hace un recorrido por la fragilidad de la humanidad ante las adversidades colectivas.

Demasiado duro para mi gusto. Es una lectura para sufrir, para tener pesadillas, (es tan vívido el relato que se "ve" y eso me produjo malos sueños) sin que esto reste valor a la forma y profundidad con que está escrito. Si el lector quiere una lectura agradable, no es este el libro. Se sufre. Este libro entra en mi clasificación de "Lecturas para flagelar el espíritu" junto con Voces de Chernobyl de Svetlana Alexievich, el cual es de los pocos libros que no he sido capaz de terminar.

Es muy bueno el libro pero tan bueno como una sesión con fresa donde el odontólogo. Buenísimo para su salud, pero nadie quiere ir a eso.







@@@@ cariño























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