El enterrador. La vida vista desde el oficio fúnebre.



El enterrador 
Thomas Lynch
Alfaguara
256 páginas
Novela contemporánea, narrativa norteamericana.
Edición 2004


"Todos los años entierro a unos doscientos vecinos". Así comienza el singular testimonio del poeta Thomas Lynch, una revelación en la literatura norteamericana de la última década. Lynch, como todos los poetas, se inspira en la muerte, pero a diferencia de los demás, vive de ella. Trabaja como director de una funeraria en una pequeña población de Michigan donde se encarga de los entierros, cremaciones y actos fúnebres de su comunidad.



Thomas Lynch

Es un poeta y ensayista, empresario de pompas fúnebres. Profesor adjunto de Escritura Creativa en la Universidad de Michigan, conferencista sobre literatura y sobre su profesión de funerario. Dueño de un magnífico humor. 

Advertencia: Nadie le creerá que está leyendo lo que tiene para decir un empresario de pompas fúnebres, poeta y ensayista, porque va a empezar a soltar carcajadas mientras lee. 

Así comienza este libro:

 Todos los años entierro a unos doscientos vecinos. Llevo al crematorio a otras dos o tres docenas: Vendo ataúdes, panteones y urnas para las cenizas. Tengo el negocio accesorio de lápidas y monumentos. Me encargo de las flores por comisión"

".. casi siempre visto de negro para que la gente no pierda de vista el hecho de que aquí no estamos hablando de Buicks"

"..aquí se mueren a todas horas, sin aparente preferencia por un día de la semana o mes del año; no hay una temporada favorita".

" De manera que los muertos que yo entierro e incinero son iguales a los muertos anteriores a ellos, para quienes el tiempo y el espacio se han vuelto mortalmente insustanciales. Esa pérdida de interés es, de hecho, uno de los primeros signos de que algo serio está a punto de ocurrir. Lo segundo es que dejan de respirar."

" Existe la creencia -generalizada entre las mujeres con quienes he salido, los rotarios locales y los amigos de mis hijos- de que yo, siendo el de la funeraria de esta ciudad, tengo una fascinación irregular con, interés especial en, información privilegiada sobre, incluso apego a los muertos. Asumen estas personas, algunas quizás por razones defendibles, que yo quiero sus cuerpos. Es un concepto intersante. Pero ésta es la verdad. Estar muerto es una - la peor. la última- pero sólo una,  de una serie de calamidades que afectan a nuestra propia especie y a varias otras. La lista puede incluir pero no se limita a, gingivitis, obstrucción intestinal, divorcio contencioso, auditoría tributaria, aflicción espiritual, problemas de flujo de caja, levantamientos políticos, y así sucesivamente, una y otra vez. Nunca hay escasez de desdichas. Y yo no me siento más atraído hacia los muertos que el dentista hacía sus encías enfermas, el médico hacia sus vísceras podridas, o el contador hacia el desorden de su registro de gastos."

"El hospital donde murió Milo es lo último en tecnología. Sobre todas las puertas hay letreros en los que se lee una parte, un proceso o una función corporal. Me gusta pensar que si se juntaran, las palabras formarían la Condición Humana, pero nunca funciona."

"El, Trabajo Funesto...(el enterrador) los últimos en defraudarlo"

"La fe es para el desconsolado, para el que está lleno de amargura, para el incrédulo y para los muertos."

Sin contar a un tipo que escribió un muy buen manual sobre partes de automóviles, durante varios años fui el único escritor vivo y publicado de la ciudad. Después un veterano de Vietnam, escribió y publicó sus memorias de la guerra- Con él éramos tres las estrellas literarias del firmamento del Milford. Pero yo era el único poeta. Y como casi todos los poetas que quieren vivir amigablemente entre sus vecinos, eludía la tentación de leerles mis poemas."


Es un libro divertido y profundo en los temas de la muerte desde la perspectiva de los vivos. A los muertos ya todo les tiene sin cuidado. Los funerales son para los vivos. Suena raro, ¿no?.
Es corto y fácil de leer. Lo trágico tiende a volverse ridículo y una manera de afrontar la realidad de la muerte es mirar desde cierta distancia. Vista desde otra perspectiva, aparte de la dolorosa, todos los ritos, ceremonias y actitudes que toman las personas en estos momentos, pueden ser muy risibles. Un experto en el tema narra sus experiencias obtenidas al estar en el negocio funerario durante muchos años y por varias generaciones, con apuntes de humor muy finos.
Su enfoque me recuerda mucho a mis difuntos tíos. Eran de comentarios mordaces sobre los funerales y sobre los muertos, que eran para "morirse" de la risa. Les habría encantado Thomas Lynch.


La vida continúa. Felices lecturas :)







@@@@ cariño

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